10 EJEMPLOS DE ARTE MAYOR
DEFINICIÓN (¿QUÉ ES?)
En poesía los versos, esto es, sus líneas, se clasifican en versos de arte mayor o de arte menor en función de la cantidad de sílabas que los componen. En concreto, si el verso tiene más de ocho sílabas se considera que es de arte mayor, y en caso contrario (ocho sílabas o menos), de arte menor. Cabe decir que a la hora de contar las sílabas hay que sumar una en caso de que el verso acabe en palabra tónica, y si finaliza en palabra esdrújula en cambio, se le resta una.
Algunos versos típicos del arte mayor son los endecasílabos (11 sílabas) o los alejandrinos (14 con dos hemistiquios de siete sílabas con acento en la tercera y decimotercera sílaba).
En poesía los versos, esto es, sus líneas, se clasifican en versos de arte mayor o de arte menor en función de la cantidad de sílabas que los componen. En concreto, si el verso tiene más de ocho sílabas se considera que es de arte mayor, y en caso contrario (ocho sílabas o menos), de arte menor. Cabe decir que a la hora de contar las sílabas hay que sumar una en caso de que el verso acabe en palabra tónica, y si finaliza en palabra esdrújula en cambio, se le resta una.
Algunos versos típicos del arte mayor son los endecasílabos (11 sílabas) o los alejandrinos (14 con dos hemistiquios de siete sílabas con acento en la tercera y decimotercera sílaba).
EJEMPLOS
Ejemplo 1:
He soñado feliz que a tu morada
llevóme en alta noche amor vehemente,
creí aspirar el delicioso ambiente
de moribunda lámpara velada.
Sobre muelles cojines reclinada
dormir fingías voluptuosamente,
la cabellera de ébano luciente
sobre el níveo ropaje destrenzada.
Trémulo de emoción tus labios rojos
oprimí con mis labios abrasados...
Pudorosa y amante sonreíste.
¡No bajes, por piedad, los dulces ojos;
brillen por el placer iluminados,
haciendo alegre mi existencia triste!
Autor: Jorge Isaacs
Ejemplo 2:
Tú das la vista a mis pupilas ciegas
y a mi voz la ternura que te nombra;
amor, cuánta amargura, cuánta sombra
se destruye en la luz en que me anegas.
En hoces claras a mi pecho llegas
y la esperanza al corazón asombra,
por ti la mano del olvido escombra
los restos tristes del dolor que siegas.
Por ti vencido, el peso de la angustia
inútilmente ya su fuerza mustia
contra tus simples luces abre inerte.
Amor, ardiente lámpara en la oscura
soledad, segador de la amargura.
Está lejano el miedo de perderte.
Autor: Rubén Bonifaz Nuño
Ejemplo 3:
Del nicho helado en que los hombres te pusieron,
te bajaré a la tierra humilde y soleada.
Que he de dormirme en ella los hombres no supieron,
y que hemos de soñar sobre la misma almohada.
Te acostaré en la tierra soleada con una
dulcedumbre de madre para el hijo dormido,
y la tierra ha de hacerse suavidades de cuna
al recibir tu cuerpo de niño dolorido.
Luego iré espolvoreando tierra y polvo de rosas,
y en la azulada y leve polvareda de luna,
los despojos livianos irán quedando presos.
Me alejaré cantando mis venganzas hermosas,
¡porque a ese hondor recóndito la mano de ninguna
bajará a disputarme tu puñado de huesos!
Autora: Gabriela Mistral
Ejemplo 4:
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
Autor: Rubén Darío
Ejemplo 5:
No sabe qué es amor quien no te ama,
celestial hermosura, esposo bello,
tu cabeza es de oro, y tu cabello
como el cogollo que la palma enrama.
Tu boca como lirio, que derrama
licor al alba, de marfil tu cuello;
tu mano en torno y en su palma el sello
que el alma por disfraz jacintos llama.
¡Ay Dios!, ¿en qué pensé cuando, dejando
tanta belleza y las mortales viendo,
perdí lo que pudiera estar gozando?
Mas si del tiempo que perdí me ofendo,
tal prisa me daré, que aun hora amando
venza los años que pasé fingiendo.
Autor: Lope de Vega
Ejemplo 6:
Al pasar me saluda y tras el viento
que da al aliento de su voz temprana
en la cuadrada luz de una ventana
se empaña, no el cristal, sino el aliento
Es tempranera como una campana.
Cabe en lo inverosímil, como un cuento
y cuando corta el hilo del momento
vierte su sangre blanca la mañana.
Si se viste de azul y va a la escuela,
no se distingue si camina o vuela
porque es como la brisa, tan liviana
que en la mañana azul no se precisa
cuál de las tres que pasan es la brisa,
cuál es la niña y cuál es la mañana.
Autor del poema: Gabriel García Márquez
Ejemplo 7:
Quisiera una mujer de sangre y plata.
Cualquier mujer. Una mujer cualquiera,
cuando en las noches de la primavera
se oye a lo lejos una serenata.
Esa música es alma. Y aunque no fuera
verdad tanta mentira sería grato
el saber que su voz siempre retrata
el corazón de una mujer cualquiera.
Quiero querer con música. Y quiero
que me quieran con tono verdadero
Casi en azul y casi eternamente.
Será porque ese ritmo me arrebata,
o tal vez porque oyendo serenatas
me duele el Corazón musicalmente.
Autor: Gabriel García Márquez
Ejemplo 8:
Viendo a la tarde que se va ligera,
Vacilando sin fuerzas y sin tino.
Con afán indecible un peregrino
Presuroso sus pasos acelera.
Pero viéndose a oscuras desespera
De llegar al lugar de su destino,
Y se sienta en el borde del camino,
Y el nuevo día resignado espera.
Yo también peregrino desgraciado
Vencido ya por la contraria suerte,
De sufrir y llorar estoy cansado.
La esperanza perdí de poseerte,
Y en mi oscuro camino estoy sentado
Esperando la aurora de la muerte.
Autor: José Rosas Moreno
Ejemplo 9:
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignó Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
Autor: Antonio Machado
Ejemplo 10:
Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas en cadena.
Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanías.
Mi dolor era un grupo de agonías
sobre tu débil corazón de arena.
La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.
Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.
Autor del poema: Federico García Lorca
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